Eduardo Alfredo Almada es otro de los que vio a Alicia López de Rodríguez en la seccional 4º con vida. Habló con ella porque estaba en la celda de enfrente, así que hoy es depositario de aquel testimonio.
ROSARIO 12

Almada cayó el 27 de octubre de 1976, en un operativo en el que murió uno de sus compañeros y otro quedó herido y recuerda muy bien al jefe del grupo de tareas: el suboficial retirado del Ejército, Nicolás Correa, hoy preso en la causa. Lo recuerda porque el militar se quedó con su perro. "¿Es bravo?", me preguntó. "Sí", le contesté. "`Entonces, cuídelo’. Me quedó grabada su imagen y su voz gruesa", recordó al declarar ante el juez Reynaldo Rodríguez, el 29 de abril de 2003.

Almada pasó por un centro clandestino conocido como "La casita", en las afueras de Santa Fe. "Sufrí torturas de todo tipo durante tres días", dijo. Y después terminó en la comisaría 4º, "en una celda amplia llamada jaula, solo, sin compañía. Al lado había otra con varios detenidos. Ahí pude observar que tenían a una mujer a la que llamaban por su nombre: Alicia y cuando la sacaban al patio para tomar aire o ir al baño, caía desmayada".

"Durante varios días estuve en un calabozo frente al de Alicia, donde nos comunicábamos por las ventanitas de la puerta. Ella me contó que había sido torturada salvajemente en reiteradas oportunidades y estaba lastimada por el mal trato".