La Magistratura lo destituyó por “mal desempeño”, aunque no tomó en cuenta su actuación durante la dictadura.

VICTOR BRUSA FUE DESTITUIDO POR LA MAGISTRATURA Nunca Más en un juzgado

Ex juez Víctor Brusa, destituido por el Consejo de la Magistratura.
Fue acusado de atropellar a un nadador con su lancha y huir.
Patricia Isasa, víctima de la represión, y una de las principales promotoras de las causas contra Brusa, festejaba la destitución.
PAGINA 12/Por Irina Hauser

El nadador Miguel Pedernera fue rescatado a dos metros debajo del agua, con el cráneo fracturado. Con la misma velocidad con que le pasó por encima, la lancha que lo atropelló siguió de largo. El conductor, dijeron testigos, era un hombre que se parecía al entonces juez Víctor Brusa, el mismo que figura en los registros de la Conadep como cómplice de torturas durante la dictadura. Aquel 8 de noviembre de 1997 Brusa estaba piloteando su embarcación en la laguna donde ocurrió el accidente. También estaba a cargo de los dos juzgados federales de Santa Fe. Sin embargo, no tomó ninguna medida para esclarecer lo ocurrido y –pese a estar bajo sospecha– demoró el traspaso del caso a otro juez. Incluso buscó entorpecer el expediente. Por este “mal desempeño de sus funciones” el Jurado de Enjuiciamiento decidió ayer por unanimidad removerlo del cargo. Pero a su vez dejó en claro que no revisarían las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos, ya evaluadas por el Senado y el Ejecutivo cuando nombraron a Brusa como juez.
“Está claro, Brusa tenía incorporada una fibra inhumana. Seguramente violó los derechos humanos de Pedernera tal como lo había hecho durante la dictadura.” Detrás de sus anteojos de vidrio grueso y con su pañuelo blanco a cuestas, Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, buscaba alguna conclusión tras haber escuchado el fallo. “Me hace acordar a Al Capone, condenado por evasión impositiva”, añadió.
Patricia Isasa, víctima de la represión, y una de las principales promotoras de las causas contra Brusa (ver aparte), festejaba la destitución. Los comentarios, que inundaron el Palacio de Justicia, tuvieron varios matices.

A las nueve de la mañana, la hora convenida para la lectura de la decisión del tribunal, la sala de audiencias estaba llena, pero no repleta. La espera de una hora despertó conversaciones distendidas en el público, que de a ratos revelaba rostros que parecían preparados para ver alguna obra de teatro desde los largos bancos de madera tallada. Brusa estaba bronceado, como siempre. Y sonreía como si el acusado fuera otro. Se frotaba la nariz con nerviosismo, una y otra vez.

Todas las sonrisas, menos la del juez-en-suspenso, se desdibujaron cuando la secretaria del jury comenzó a leer los fundamentos. El tribunal, integrado por tres representantes del Poder Judicial, tres abogados y tres legisladores, rechazó algunos argumentos de la acusación, integrada por los diputados Melchor Cruchaga (Alianza) y Miguel Angel Pichetto (PJ) y por el abogado Mario Gersenobitz. Desecharon que a Brusa se lo podría remover si se demostraba el “desprestigio” que tenía como funcionario, provocado por los antecedentes consignados en el libro Nunca Más y agravado por ser un posible culpable del accidente en la laguna Setúbal y haber obstaculizado el avance de la causa sobre ese hecho.

El descrédito, planteó el jurado, es una concepción subjetiva y no está prevista entre las tres causas de destitución (mal desempeño, delito en el ejercicio de su función y crímenes comunes) que señala la Constitución nacional. Las violaciones a los derechos humanos que se atribuyen a Brusa, consideró, eran hechos ya evaluados por el Senado y el Poder Ejecutivo al momento de nombrarlo juez, y sería inconstitucional volver sobre eso. En las 181 fojas del fallo, sólo hay una mención a este tema: “Más allá de todo –señala–, las conductas relacionadas con la violación de los derechos humanos han suscitado la reprobación de la comunidad internacional y merecen el más vigoroso repudio de este jurado de enjuiciamiento, por atentar contra valores humanos fundamentales”.
Finalmente, Brusa se puso totalmente serio por primera vez: lo removieron por su mal desempeño en la causa del accidente en la laguna. El estudio de su responsabilidad en el hecho queda en manos del juez RaúlCandioti que ahora podrá llamarlo a indagatoria como sospechoso. Para el jury está probado que Brusa: “instigó al personal de la Prefectura Nacional para que lo desincriminaran” pidiendo “que le arreglaran el asunto”; “omitió disponer las medidas pertinentes”; “no se apartó de inmediato de su intervención en la causa después de conocer a través de su secretaria que resultaba sospechoso”; “interfirió en la investigación de la causa `Pedernera’” con estrategias como designar defensor al abogado Jorge Vázquez Rossi, que había sido cónyuge de la jueza subrogante, Griselda Tessio, quien se vio obligada a apartarse. La conducta de Brusa, concluye tibiamente el fallo, “resulta impropia e incompatible con el comportamiento que corresponde desplegar a un juez de la Nación”.

PSICOLOGO
Un inodoro, una canilla y un foco de luz eran los únicos objetos que rodeaban a Patricia Isasa cuando estaba secuestrada a sus 16 años, en 1976, en la Guardia de Infantería de Santa Fe. Allí un “psicólogo” la fue a ver. Ella le habló de lo mal que estaban todos allí. El se rió y le dijo: “No piba, acá queremos escuchar otra cosa”. El supuesto psicólogo era Víctor Brusa, entonces secretario de juzgado, relató el año pasado Patricia en el Consejo de la Magistratura. En 1998 vendió su casa y se fue a España a llevarle las 1200 fojas que tenía sobre Brusa al juez Baltasar Garzón, quien lo incluyó en sus pedidos de extradición. Llevó lo mismo a Naciones Unidas y a Amnistía Internacional. El Papa, que no recibe denuncias, la invitó a cambio a la asunción de una santa judía muerta en un campo de concentración. A Buenos Aires volvió el año pasado cuando la citó el Consejo. De ahí en más fue a todas las audiencias. “Brusa tuvo un juicio justo y derecho a la defensa que nosotros no tuvimos, igual realmente estoy satisfecha” , dijo ayer, eufórica con la sensación de haber movido una montaña.